El oído forma parte de los cinco sentidos del cuerpo humano y como tal, se encuentra expuesto a millones de estímulos. El entorno es incontrolable y, por lo tanto, algunas de las exposiciones a las que se enfrenta este órgano puede interferir directamente en nuestra salud siendo algunos de los daños irreversibles.
Vamos a conocer las partes de este órgano y como intervienen en la percepción sonora.
¿Cómo es su estructura?
El oído se divide en tres partes principales
Oído externo: Es la parte encargada de recibir el sonido y coincide con la más externa formada por el pabellón auricular (1), parte visible de la oreja, el conducto auditivo (2) y el tímpano (3).
Oído medio: Situada entre el oído externo e interno, se encarga de transmitir la energía sonora procedente del oído externo hacia el oído interno. El oído medio esta formado por una cadena de tres osículos (4) formada por el martillo, el yunque y el estribo. La trompa de Eustaquio también forma parte del oído medio y con su función de protección, se encarga de controlar la presión detrás del tímpano y el oído medio ayudando a prevenir la entrada de líquido.
Oído interno: corresponde con la parte más interna del órgano y su función es la de transformar los sonidos en señales nerviosas para que sean descifradas por el cerebro. El oído interno está compuesto por el vestíbulo (6), el nervio auditivo (7) y la cóclea (8).
¿Cómo viaja el sonido?
A continuación, veamos el camino que recorren las ondas desde que son percibidas hasta la interpretación de las mismas en sonido por parte del cerebro.
El sonido se produce cuando se propagan ondas a través de un medio agitándolo y originando cambios de presión en el mismo. El medio de propagación, como por ejemplo el aire, sirve como medio de transporte. Este medio es imprescindible para que exista una propagación de las ondas ya que sin él no existiría el sonido y no podríamos escuchar nada.
Es el oído externo y el pabellón auricular el encargado de recoger el sonido comportándose como una pantalla receptora de captación de ondas. Una vez recogidas, viajan a través del conducto auditivo hacia la membrana timpánica. El conducto auditivo es el encargado de conducir las ondas sonoras y proteger el oído medio y contribuir a regular la temperatura de ambos lados de la membrana timpánica.
Las ondas impactan sobre la membrana timpánica haciéndola vibrar y transmitiendo las vibraciones hacia el oído medio. La cadena de osículos es el mecanismo encargado de la transmisión de las vibraciones en el oído medio. Es el martillo, a través de su base unida a la membrana timpánica hacia uno de sus ejes, que entra en contacto con el yunque y la articulación de este, hacia el estribo. Es este ultimo huesecillo el encargado de transmitir las vibraciones a través de su platina insertada en la ventana oval, transmitiendo la vibración hacia la cóclea (oído interno). Es la cóclea donde las señales acústicas (ondas mecánicas) se convierten en impulsos eléctricos, los cuales serán interpretados posteriormente por nuestro sistema nervioso central. Es también en esta fase donde los sonidos se discriminaran según su frecuencia y se codificarán según su cadencia para una mejor comprensión.
¿Qué sucede cuando el funcionamiento no es correcto y a qué puede ser debido?
La importancia del cuidado de la audición y su relación con el correcto funcionamiento viene dado por las células ciliadas. Cerca de 20 000 células residen en el órgano de Corti (cóclea) y son las encargadas de esta transformación mecánica en impulso eléctrico. Estas células son especialmente frágiles y pueden destruirse de forma súbita o progresiva cuando son sometidas a altas intensidades sonoras. Sin posibilidad de regenerarse si sufren daño, la pérdida de estas células interviene en la pérdida de la salud auditiva.
En el caso de que las células ciliadas sufran daños se vuelven imprecisas en su función con la consecuencia de generar dificultades en la audición. En ocasiones en las que las células mueren pierden la capacidad de transmitir y por lo tanto de enviar al cerebro las señales recibidas comprometiendo la audición.
La pérdida auditiva es irreversible
Adoptar buenos hábitos, así como el uso de la protección auditiva, son pilares para la prevención y conservación de la audición.
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